SITP: UN JUEGO DE MONOPOLIO

Quisiéramos tener la fortuna de empezar con noticias buenas, pero evidentemente, en el sector de servicios públicos y la calidad de los mismos, no ha habido noticia que sea rescatable.

Es pertinente iniciar con una situación que tiene varias caras, y todas fueron objeto de discusión esta semana en los principales medios de comunicación. Y es que se anunció que desde el mes de junio se iniciara el proceso que pretende acabar con el pago en efectivo en los buses de SITP provisionales (cuestión que se desarrollara paralelamente con el proceso de eliminación de los buses provisionales. Esto, según el distrito, Imagen tomada de economipedia

“mejorará el comportamiento al usar solamente los paraderos trazados en la ruta, se tendrá georreferenciación y con un medio único de pago con tarjeta que permitirá hacer transbordos, lo que beneficiará a todos los usuarios”. Este tema se venía planeando desde hace mucho tiempo, y era bien sabido por todos que en algún momento se anunciaría una fecha puntual para el inicio del proceso anteriormente mencionado, sin embargo, hasta ahora comienzan a salir los problemas a la luz ¡y de qué manera lo están haciendo!

El otro lado de la situación al que nos referíamos anteriormente, es que la medida también parece ser muy perjudicial, pues, al parecer, afectarían y “conducirían a la bancarrota” a los conductores y operadores de los buses provisionales, razón por la cual estuvieron protestando en la plaza de bolívar. Exigen que a las empresas que ya se vincularon por completo al sistema, se les cumpla lo pactado, y que no los lleven “a las malas” a vincularse en algo que perjudicara su situación financiara.

Esto se relaciona directamente con el incremento en la tarifa de Transmilenio que ha causado tanta controversia, puesto que se hizo precisamente para tapar un hueco fiscal y que confirma la situación crítica de dicho sistema, por lo que es de entenderse que los operadores no quieran entrar de lleno en el SITP.

Cambiando de tema, hace aproximadamente un año que se re-estructuro la salud en Bogotá, que consistió básicamente en especializar a cada hospital en un área para hacerlos parte de un todo (que es la red de hospitales). Aunque Criticada esta decisión, después de un año de su implementación, ha demostrado ser más eficaz que el sistema anterior, sobretodo en términos financieros, como se evidencio con la recuperación de la EPS Capital salud, eliminando completamente las pérdidas mensuales y logrando adquirir el 89% de las acciones de la misma. Hablando puntualmente de capital salud, el secretario de salud aseguró que las tutelas y que quejas por mal servicio se han reducido en un 55%, con respecto a las presentadas en años anteriores, sin embargo, admite que las cifras aún son elevadas y que se procurara reducirlas aún más.

Hay un asunto de suma importancia presente en las 2 primeras noticias, y desde aquí, consideramos que es pertinente analizar dado el contexto y la situación por la que pasa actualmente Bogotá.

Para nadie es secreto que el incremento en la tarifa de Transmilenio es injustificado. Solo hace falta mirar la tarifa de Transmilenio, que incrementó 200 pesos (un aumento del 10% en la tarifa), y compararlo con el salario mínimo y su incremento (pues es el que la mayoría de los bogotanos devengan y que ya de por si no cubría la canasta familiar), para ver lo acertado de este juicio. Por esa razón es que por doquier se hacen campañas de “no uso de Transmilenio”, pero, ¿acaso es realmente posible dejar de usarlo?

En este punto es donde nos remitimos a las primeras dos noticias en donde se mostraban, por un lado, las ventajas de esta monopolizaron del transporte (que recordemos, solo le pertenece en un 10% al distrito); y por el otro, la situación a la que dicha monopolización ha llevado a varios operadores de buses de la cuidad y también a los clientes mismos.

Para explicar lo anterior de manera más apropiada, debemos revisar algo de la historia de Transmilenio. El sistema se comenzó a construir en el año 1998 y se inauguró el 4 de diciembre del 2000. A Bogotá le urgía un metro desde eso años, pero si recordamos, en ese tiempo, los periodos en la alcaldía eran muy cortos (de dos años) como para permitir una continuidad en los proyectos, además de que se hablaba de falta de presupuesto. La solución del alcalde de ese entonces (Enrique Peñalosa) fue Transmilenio, puesto que era un proyecto que parecía no costar mucho dinero (pues solo hizo falta tomar unos carriles de las principales vías), podía ser construido en un periodo tan corto y en resumidas cuentas el sistema terminaba amoldándose mejor que el metro (que debía ser elevado o subterráneo) a los problemas de ese tiempo. Luego de su construcción comenzó a crecer, tomo más vías y se pusieron en marcha más autobuses, sin embargo, en la ciudad había varias empresas de autobuses independientes que seguían circulando a su antojo por la ciudad, con las rutas que ellos mismos definían (evidentemente con la autorización del distrito y las licencias respectivas del ministerio de transporte), de manera las personas podían decidir cuál era el servicio que usarían y de cual empresa. Años más tarde la movilidad se empezó a complicar más, pues el Transmilenio, había quitado mucho espacio en las vías, cuestión por la que se cogestionaban mucho. Por lo anterior, el distrito decidió “organizar” el transporte creando el SITP siendo Transmilenio el eje central de dicho sistema. Se pusieron a circular buses azules por toda la ciudad con rutas pre-establecidas, y con el mismo sistema de pago que el Transmilenio, desgraciadamente la gente no conocía estas rutas, cuestión por la que el uso de estos buses fue aumentando muy gradualmente. Lo anterior tuvo una implicación muy importante, y fue comenzar a monopolizar el transporte, pues a las empresas independientes se les comenzó a complicar la situación financiera, siendo entrar al sistema su única salvación.

De esa manera se llegó a la situación actual en donde el Transmilenio está “carísimo” y no parece haber ninguna manera de presionar a la empresa a que baje su costo, pues no se puede usar otro servicio (a causa de que no hay competencia), y en donde se está llevando a la ruina a los pocos operadores independientes que quedan. Hay quienes dicen que la solución es el metro, pero es un tema del que no se ha vuelto a tener noticia y que parece estar descartado por lo menos durante esta administración (pues solo se habla de construir más estaciones y líneas de Transmilenio).

Aquí es en donde, en base a lo que está sucediendo, debemos cuestionar lo saludable de esta monopolización, puesto que deja sin opciones tanto a los clientes como a los trabajadores. Es evidente que se debe hacer algo en contra de estas situaciones, teniendo en cuenta que el Transmilenio solo fue una salida rápida para el problema de movilidad de los años en que fue creado, y que ahora la ciudad tiene otras necesidades.

Bibliografía:

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